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>¿Por qué el mundo juega así con nosotros?
El mundo no juega con nosotros el mundo es lo que
es.
Una máquina sin ojos, un reloj oxidado que sigue girando aunque nadie lo mire.
Somos nosotros quienes decidimos estar expectantes ante ese reloj, al que nosotros mismos le dimos significado con la palabra “reloj”. Somos los que esperamos que las agujas algún día se detengan en la hora que queremos… aunque sabemos que siempre dará la vuelta y regresará al mismo lugar, como si el tiempo estuviera condenado a repetirse, como si la palabra “tiempo” realmente existiera.
Cada año creemos escuchar un crujido en la maquinaria, como si algo fuese a romperse. Pero al final todo sigue igual el mismo engranaje, el mismo ruido, el mismo infierno. Y acaso, ¿qué significa “infierno” aquí? Tal vez solo un nombre para el malestar que nos inventamos.
El verdadero verdugo no es la máquina ni la rueda ni el engranaje es la esperanza que nunca muere, ese parásito que nos muerde la conciencia. Pero, ¿y si “esperanza” no es más que otra palabra inútil? ¿Y la conciencia? ¿Quién la tiene o siquiera sabe qué es?
Aceptar que no habrá salida es como mirar de frente al monstruo sin boca que se ríe en silencio frío, vacío, eterno, imaginario. Y aún así, ahí, en ese silencio absurdo, tal vez quede un pequeño rincón extraño para la libertad no esperar nada, no pedir nada, solo existir como una grieta en la máquina. Una grieta absurda, inútil… pero nuestra. O al menos eso nos decimos para no quedarnos completamente desnudos ante el absurdo.
Al final, ¿tiene sentido siquiera nombrarlo, intentar explicarlo, escribirlo? Tal vez no. Tal vez todo intento de sentido se disuelve en el mismo ruido de la maquinaria. Pero lo decimos, lo pensamos, lo sentimos… y aun así seguimos existiendo. Quizá eso sea todo lo que hay.