—Ya veo. Lo veo muy bien. Pero usted no cree que esto sea una ley divina. ¿Por qué le concede, pues, tanta importancia?
—¡Ah! —respondió Lee—. He esperado mucho tiempo para explicárselo. Incluso me anticipé a sus preguntas y estoy bien preparado. Cualquier escrito que haya influido en la vida y el pensamiento de innumerables generaciones es siempre importante. Ahora bien, hay millones de miembros de sectas e iglesias que se inclinan más por la orden de « gobiérnale a él» , y ponen todo su empeño en acatarla. Y hay otros millones que intuy en la predestinación del « tú lo dominarás» . Nada de lo que hagan interferirá en lo que será. Pero el « tú podrás» hace al hombre grande, lo pone al lado de los dioses, porque a pesar de su debilidad, de su cieno y de haber dado muerte a su hermano, todavía le queda la gran libertad de escoger. Puede escoger su camino, luchar para seguirlo y vencer.
La voz de Lee era un himno triunfal.
—¿Y usted lo cree? —preguntó Adam.
—Sí, lo creo. Lo creo. Es muy fácil salir de la pereza y de la ociosidad yarrojarse en el regazo de la divinidad, diciendo: « No puedo evitarlo; el destino estaba escrito» . ¡Pero imaginen la gloria que representa la facultad de escoger! Gracias a ella el hombre es hombre. Un gato no puede escoger, una abeja está obligada a hacer miel. Aquí no hay ninguna clase de piedad. ¿Y saben ustedes que aquellos ancianos caballeros que se deslizaban suavemente hacia la muerte tienen ahora mucho interés en vivir?