El espíritu subversivo de los judíos es la razón por la cual han sido odiados.
Hay una serie de factores psicológicos y culturales que explican el por qué los judíos han estado predispuestos a la destrucción de las sociedades en las que residen. Y esto es importante: al judío no le importa militar una idea, sino destruir. En una monarquía, será liberal. En una república liberal será socialista.
Las razones culturales pueden encontrarse en el nomadismo de la cultura judía, que la ha llevado al desarraigo y a una falta de sentido de la estructuración de un Estado.
Este nomadismo los ha llevado también a una indiferencia frente al principio de propiedad privada: "El mismo instinto de propiedad que resulta del apego a la gleba -dice Kadmi-Cohen-, no existe entre los semitas, nómades que nunca han querido poseerlo. De allí provienen sus innegables tendencias comunistas desde la más remota antigüedad".
Este ha sido un factor común entre los pueblos pastoriles, pero, ¿qué ha hecho que los judíos hayan destacado?
Como el judío no estaba dispuesto a la adquisición de bienes inmuebles o a la explotación de tierras, le atrajo algo que, al igual que él, era nómada y no tenía patria: El dinero.
No sólo puede ser trasladado a todas partes, sino que también se produce a sí mismo. El judío logró auto-producir dinero con la usura, o el principio del interés. Al judío no le molestaban los problemas éticos de la usura, sino que, por sus propia visión supremacista plasmada en el Talmud, tal cosa se le mostraba como un imperativo moral. Su predilección por el oficio los ha llevado a ser conocidos como los más grandes banqueros desde la Antigüedad.
Las revoluciones territoriales no afectan al dinero, porque el dinero no es una propiedad privada. El capital no está arraigado en el suelo, sino en una cuenta bancaria.
En el mismo lapso de tiempo en el cual las casas y las tierras cambian de dueño, la fortuna judía queda intacta. En relación a ésto puede ser nombrado el principio de las amortizaciones financieras, principio impulsado por los judíos en el tránsito del capital financiero al capital industrial, y que consiste en el derecho del capital invertido no sólo a ganar intereses, sino también a reconstituirse. De ésta manera, el capitalista recobra la inversión con la cual emprendió una explotación. Esto nos demuestra que para el judío, la fábrica no posee más que un carácter financiero.
El pueblo judío posee la propiedad de ser un pueblo destructivo, desintegrador de la cultura. No han legado ninguna institución a la humanidad y se puede notar también el hecho de que, cuando el Estado soviético necesitó erigir un Estado fuerte, tuvo que deshacerse momentáneamente de sus elementos judaicos.
¿Por qué desintegra la cultura?
Un judío siempre se sentirá más cómodo en un país heterogéneo, que en un país con una identidad cultural fuerte: razón por la cual han estado al frente de las luchas por el multiculturalismo en los útimos años.
Un judío siempre se sentirá a gusto en un país sin valores cristianos, o con valores judíos.
Los principios subversivos judíos tuvieron su culmen en la revolución bolchevique: el internacionalismo judío tuvo su voz al son de "¡Proletarios del mundo, uníos!" y el mesianismo judío (aquel que los ha llevado a auto-considerarse el pueblo elegido destinado a liderar al mundo) se confundió con el mesianismo ruso (aquel que dice que Rusia está destinada a llevar la Revelación Cristiana al mundo) y el proletario (aquel que cree que los proletarios del mundo habrán de traer un nuevo mundo). De cierta manera, puede decirse que el mesianismo proletario, ideado por Marx, es la trasposición atea del mesianismo judío implícito en su inconsciente.
Éste mesianismo está presente incluso en los judíos ateos, ya que la pérdida de la religión judía no significa la pérdida del carácter judío. El mesianismo es una enseñanza que ha sido legada durante siglos, hasta el punto en el que se ha vuelto parte del inconsciente colectivo judío (de ahí que se haya creído, y con razón, sobre sus planes de "dominar el mundo"), al igual que otras enseñanzas talmúdicas: por ejemplo, la autorización del robo o el asesinato, si la víctima es un goy.
El ateísmo judío no es parte de un proceso de "racionalización", sino consecuencia de una coyuntura histórica (al producirse el fenómeno de la asimilación cristiana, los judíos que no estaban dispuestos a convertirse concibieron la vía atea como un campo "neutro" de asimilación) y un proceso natural consecuencia de las mismas creencias talmúdicas (donde se dan situaciones en las que un rabino logra discutir con Dios, y éste logra tener razón frente a Dios, despojándolo así de su carácter divino. Algunos conocedores creen que el Dios judío, más que ser un ser trascendente, real, es una representación de la raza judía, deificada).
Además, muchos judíos no poseen una noción de la otra vida, y creen que en ésta se cumplirá todas las recompensas y promesas. Es decir, son materialistas por naturaleza.
De ésto se deriva la exigencia en la Tierra de lo que otros, como los cristianos, creen que sucederá en el más allá: nivelación de los seres humanos, igualdad total, etc.
Se da entonces el fenómeno en la tierra de que los proletarios y los judíos no sólo conquistan la igualdad, sino que también gobiernan la humanidad. Y como tal hecho no se da por el curso natural de las cosas, es debido quemar las etapas. Las matanzas comunistas son un medio, y un precio, para la conquista global de la igualdad.
Podemos hayar aquí coincidencias enormes con el fenómeni hedonista de Occidente y el "vivir la vida" sin tapujos, lo cual muestra una completa "judaización" de nuestra cultura.
Algunos escritores, como Julius Evola, le han dado al alma judía un carácter eminentemente femenino, de donde nacería, por ejemplo, su propensión al resentimiento y a la victimización (véase ésto en el hecho de que, más de 70 años después, los judíos mantienen el holocausto como medio para victimizarse; y sea notado, también, que no se hace referencia a que todas las mujeres se victimicen -aunque pueda verse ejemplo de ésto en la mayoría de las mujeres-, sino a los valores que históricamente han sido asignados al sexo femenino). Habla con un judío y no te hablará más que de su pueblo como víctima histórica; la concepción del judío victima del antisemitismo es, quizá, la primera imagen que tengamos de ellos gracias a las películas que ellos mismos producen. Quizá podamos encontrar, aquí también, su trasposición al plano secular de la creencia de los proletarios como víctimas mundiales.
La raza judía no es heroica, sino sumisa. Obra con trucos y bajo las sombras.
El judío, incluso cuando no está al frente de una Revolución, obra propiciando las condiciones para ésta o difundiendo los ideales de todo lo imperante. Aquí lo difícil es encontrar a un judío que no promueva o defienda valores liberales, progresistas o comunistas.
>inb4 los ortodoxos
Los ortodoxos hoy son minoría, y, por cierto, los menos peligrosos. El ortodoxo prefiere el ghetto a la asimilación. Deja la sociedad no-judía en paz. El judío común y corriente se integra (sin éxito) a la Sociedad no-judía, y ahí es cuando los problemas comienzan.
Y no quiere decir que en los ortodoxos no se refleje el carácter ya mencionado. Recordemos que las ideologías liberales y comunistas son, en cierta medida, una mera extrapolación del alma judía al área económico-social.
...su trasposición al plano secular en*
...o difuendo los ideales que van contra todo lo imperante*