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¡Abran paso! ¡Abran paso!"
Tras estacionar y asegurar su bicicleta, Sato sale corriendo con la mochila en manos. La abrumadora cantidad de gente dentro del lugar le hacía darse cuenta de que había llegado tarde. Si no fuera por toda la mierda de la carretera, seguro habría sido de los primeros en este sitio. Las cosas estaban yendo mal, debía de apresurarse y abrirse paso entre la multitud antes de que comiencen a repartir boletos. Saltar por encima de estos, arrastrarse debajo de sus piernas, avanzar dando codazos y rodillazos, ninguna opción estaba fuera de su repertorio con tal de entrar.
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¡40 MIL! ¡¡¡OFREZCO CUARENTA MIL!!!"
Al segundo de escuchar las primeras ofertas, Sato gritó, duplicando, triplicando y cuadriplicando el precio original. Si de verdad iba a pedirle a Kureishi Diamon el ser su guardaespaldas, entonces iba a necesitar estar lo más cerca posible de ella. No había mejor oportunidad para lo que se proponía que ese boleto número 1. Casi podía imaginarse cara a cara con Kureishi Diamon mientras ella extiende su mano para invitarlo a unírsele. Sin embargo, el resto de fanáticos rápidamente explotan su burbuja de ensueño al aumentar todavía más la oferta inicial.
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¡100 MIL! ¡¡¡OFREZCO CIEN MIL!!!"
Si así iba a ser la cosa, entonces no pensaba quedarse de brazos cruzados. Soltó un alarido cargado de euforia, con un precio tan alto, no hay forma de que otros sean capaces de responder. Por un momento de verdad parecía que ese era el caso y Sato sonriente se apresuró a sacar su billetera convencido de que ya no podía aumentar más y entonces... lo hizo. Algunos peces gordos de por aquí de verdad eran capaces de continuar el juego pese a lo alto del precio. Debía de contraatacar y reclamar lo que era suyo, pero en vez de hacerlo Sato se quedó atónito mirando a su billetera.
"P-p-paso..."
100 mil yenes era un precio muy alto, nadie le culparía por no poseer esa cantidad. Aunque pudo sentir sobre sí la mirada del Host del evento como si esperase que Sato fuera capaz de ir más allá. Sin embargo, no podía, no tenía esos 100 mil yenes. No, olvida eso ni siquiera tenía los 40 mil yenes de antes, en su billetera solo había dinero igual a 36 mil yenes y 40 centavos. Fue en ese momento en que Sato se dio cuenta de su error, esta clase de evento requiere de dinero físico y el guarda la mayoría de sus ahorros en cuentas virtuales. Si le dijese al Host de darle un segundo para retirar su dinero antes de pagarle, entonces seguramente se burlaría de él y le daría el boleto a otro.
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¡30 MIL! ¡¡¡OFREZCO TREINTA Y SEIS MIL!!!"
¡No, no, no! Esto estaba yendo peor de lo que pensaba. Observó desesperado hacia atrás suyo e intentó calcular el tiempo que le tomaría el ser capaz de salir de aquí y encontrar un cajero automático del cual conseguir algo de dinero extra. La masa de personas se elevaba por encima de los 10 mil, por más que se esforzase, nunca lograría salir a tiempo y mucho menos regresaría antes de que se venda el último boleto. Estaba acabado, ya no tenía forma de lograr conseguir entrada alguna. No, seguro que si espera lo suficiente logrará obtener una a un precio asequible. Sí, seguro que eso pasara, solo debe de esperar.
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¡36 MIL! ¡¡¡TREINTA Y SEIS MIL CON 40 CENTAVOS, POR FAVOR!!!"
Una vez y otra y otra y otra vez, acabaron por patearle el culo respecto al precio de los boletos. No importaba cuan bajo comenzará la subasta, de algún modo siempre terminaban superando sus miseros 36 mil yenes. Desesperado intentó ofrecer incluso los 40 centavos que llevaba consigo, pero era un esfuerzo inútil. Sus ojos contenían lágrimas, la garganta se cerraba, tenía la mano en el pecho, le costaba respirar, las rodillas temblaban. Estaba a punto de caer al suelo y aun en ese estado seguía luchando con lo poco que tenía para hacerse con uno de los boletos, ya daba igual de qué número se tratase.
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¡¡¡MALDICIÓN, MALDICIÓN!!! ¡¡¡MALDICIÓN!!!"
El evento terminó y no solo no consiguió nada, sino que encima de eso acabó por darse cuenta de que tenía tiempo de sobra para ir a buscar más dinero. Desilusionado de sí y de la vida misma, cayó al suelo llorando, golpeó su cabeza y puño una y otra vez contra el duro piso para ventilar sus frustraciones. Después de todo su esfuerzo, después de todo lo que hizo para llegar aquí, después de todo lo que ha gastado para satisfacer a Kureishi Diamon ¿Era de verdad esta la forma en la que iba a acabar todo? ¿Con ella yéndose del país y dejándolo atrás sin siquiera saber quién era? ¿Quién era el hijo de puta que preparó todo esto para que sufra?
Hola OP
"¿?"
Mientras se hundía más y más en una espiral de desesperación y decepción, alguien se acercó a él. Vio como la sombra de dicha persona se posaba encima suyo y levantó la mirada. Viendo en ese momento como la mano del desconocido sostiene su hombro, no más importante ¿Eso que tiene ahí era? ¿Un boleto? Sus lágrimas se detuvieron al momento de posar sus ojos en aquel ticket, se lo... ¿Se lo estaba ofreciendo? ¿O acaso se estaba burlando de él?
"¿Reina?"
Al momento de escuchar ese nombre supo de inmediato de que se trataba todo esto. Detuvo su llanto, se puso de pie, se quitó sus anteojos y limpio sus lágrimas. Miró fijamente al autoproclamado fan de Kureishi Diamond frente a él. En la mirada de Sato ya no se visualizaba señal alguna de angustia sobre su rostro, por el contrario, su boca incluso empezaba a curvarse para formar una sonrisa. Levantó lentamente su mano hasta la altura del pecho y la mantuvo allí como si le estuviera ofreciendo un apretón de manos. Solo que en vez de hacer eso le proporcionó un muy estridente cachetazo al rubiales en frente suyo.
"Reina, Reina, Reina
¡¡¡¡AHAHAHAHAHAHA!!! ¿¡Sabes cuantas veces he escuchado ese maldito nombre!? ¡Todos los días sale alguien nuevo diciendo Kureishi Diamon es esto y aquello, pero entre todos los imbéciles que hay por allí ustedes son sin lugar a duda los peores!""
Se llevó la mano al estómago y comenzó a reír tan fuerte como pudo. No soportaba a los fanáticos de la Reina, pero ahora más que nunca necesitaba de una buena risa y el payaso frente a él consiguió hacerle reír con creces. Junko, así se llamaba su supuesta reina, nunca vio un solo video suyo, pero siempre se encontraba spam tras spam de gente hablando de ella en medio de hilos sobre Kureishi Diamon. Se trataban de nada más y nada menos que simples trolls y cuentas bots shitposteando por todos lados para forzar su narrativa y dentro del internet se los trataban como un montón de underages y lolcows buscando dárselas de jorgitos.
"Junko, un yeti, Parvati, Elvis Presley, Madonna, Afrodita, Amaterasu, la hija perdida de Britney Spears, Lucifer, El anticristo, Jesús en forma de waifu, una mona china que escapo del mundo anime, un alien, un robot venido del futuro, la legendaria Tae Yamada. ''¡De entre todas las opciones, ustedes van y eligen la más estúpida de todas!""
Una a una comenzó a enumerar las posibles identidades de Kureishi Diamon, desde la más ridícula hasta las más plausibles. O eso dirían los imbéciles que de verdad creen en ese montón de porquerías, pero todos ellos se equivocan. La verdad verdadera es mucho más simple. Y Sato es quien posee aquel conocimiento sagrado, es más, se encuentra dentro del bolsillo de su pantalón. En medio de gritos comenzó a rebuscar dentro de este mientras obligaba a que el rubio se hiciera hacia atrás por la intensidad de su voz.
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"''¿¡Quieres saber quién es Kureishi Diamon!? ¡¡¡Yo te diré cuál es la verdadera identidad de Kureishi Diamon!!! ¡¡La respuesta está aquí mismo!! ¡¡Vamos lee!! ¿¡Que pone!?""
Finalmente, encontró lo que buscaba, acercó el puño cerrado a la cara del payaso y lo abrió con lentitud. Rayos sagrados de luz se posaban sobre la mano de Sato a medida que retiraba sus dedos y cuando su palma acabo de desplegarse, se reveló la verdad. Un único papel arrugado yacía en su mano, se trataba de un envoltorio para caramelos y en este se encontraba escrito el verdadero nombre de la Diosa. Y era nada más y nada menos que ///Kureishi Diamon~\\\
"K-U-R-E-I-S-H-I-D-I-A-M-O-N, ese es su nombre e identidad real. Ninguna persona, dios o entidad sobrenatural habida o por haber es capaz de compararse a la magnificencia que esta presenta. "¡Y desde luego no se trata de una simple asesiniducha buena para nada, desesperada por atención, que requiere de trucos tan baratos para obtener una ínfima parte de la fama de la que goza Kureishi Diamon!""
Sopló la palma de su mano, mandando a volar el envoltorio de caramelo a la cara del Rubio. En el leve momento en que este estuvo ciego, Sato le arrebato el boleto que se encontraba en su poder y le dio un vistazo rápido. Este payaso nunca compró nada, es más duda de que haya siquiera asistido a algún concierto de Kureishi Diamon alguna vez en su vida. Los loquitos como él no son más que buenos para nada y embaucadores, de seguro este boleto también es falso. Sin dudar, ni por un solo segundo de la veracidad de su suposición partió el ticket a la mitad y lo tiró al suelo junto con el dueño de este.
"¡Ahora vete de aquí, tengo mejores cosas que hacer que seguir discutiendo con un desquiciado tan fuera de la realidad como tú!"
Había llorado, había reído, se había enojado y logró depositar toda su ira en el saco de boxeo frente a él. Después de esa montaña rusa de emociones, fue capaz de volver a concentrarse en su misión. No había logrado comprar un boleto, pero eso no era un problema. Saco su teléfono, entró a twitter y reviso el siempre activo hashtag de Kureishi Diamon, el gordo tetudo que compró el primer boleto de seguro, ya debe de haberlo presumido en sus redes sociales. Iba a encontrarlo y arrebatárselo de sus manos, ya sea comprándolo o a los golpes. Con esa idea en mente salió corriendo en busca de su bicicleta para luego ir directo hacia un cajero automático y mientras estaba en eso intentó averiguar la ubicación de la bola de manteca.
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OP confirmando que Sato la tiene más grande que el gorila, also vete acostumbrando a esta longitud de turnos porque a partir de aquí las cosas van a ser como el fanatismo de Takeru, incrementándose con cada segundo que pasa