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Podías notar la respiración entrecortada de Rosa, claramente no estaba feliz de hacer esto pero era más su aprecio... ¿O miedo? Hacia Elsis que no se permitiría retroceder.
La pelea comenzó.
Tu pie se movió, los ojos de Rosa bajaron al pensar que se trataba de una patada, subió la rodilla derecha para protegerse pero está no hizo contacto, a veces hay que tener más cuidado con aquellas personas que no tienen entrenamiento luchando pues de ellas se puede esperar cualquier cosa.
Una masa de sangre y mucosidad salió de tu boca, lo habías estado acumulando desde que caíste de rodillas, los ojos de Rosa se abrieron como platos al ver cómo esa porquería caía en su rostro haciéndola apartar la mirada por el asco pero no bajo la defensa y su puño viaje en línea recta, casi viste estrellas cuando chico contra tu nariz haciendo que tus ojos llorarán, fue más una cuestión de instinto al no tener visión, lanzarte hacia ella y atrapar lo primero que sintieras, su pierna, para abrazarla e hincarle el diente justo en el tobillo, no fue cosa de un colmillo si no se morder con toda tu dentadura tan fuerte como tú mandíbula lo permitió, siendo su tobillo tan delgado y suave no tardaste en sentir el sabor de su sangre.
- Auauauauau -
Rosa levanto su pierna libre y desesperada comenzó a pisar tu cabeza una y otra vez con todas sus fuerzas, no fuiste capaz de contar cuántas fueron pero bastante pronto comenzaste a se ríe algo caliente escurrir se tu cabeza hasta el suelo, estabas sangrando, eso no fue suficiente para que la liberaras, estabas comprometida con esto, la pobre chica se dejó caer al suelo sentada y siguió pateando tu frente gimiendo de dolor y no fue hasta que Elsis intervino que fueron separadas.
...
Rosa sostenía su tobillo observando como casi logras arrancar su carne, tu, bañada en sangre permanencias de rodillas a unos metros de distancia.
- Rosa -
La llamo acercándose mientras la chica se ponía de pie.
- Si, señorita Elsis -
https://youtu.be/mqFWTaKS3X4?si=RA_jAcRwFbp24vXi
La chica se sostuvo la mejía mientras bajaba la cabeza, sus ojos se fueron llenando de lágrimas, sobria la nariz intentando contener su llanto.
- Lárgate, no quiero verte -
- Si, seño, señorita Elsis -
Rosa corrió tapándose la cara con el antebrazo, Elsis se dirigió a ti y te miro ahí arrodillada bañada en sangre
- Lucha, cuando no puedas usar tus manos usa tus pies, cuando no puedas usar tus pies usa tus dientes, esa es la esencia de quienes luchan en nombre de Dios, Maigyar... -
Se inclino para verte a los ojos y acariciar tu mejía.
- Lo has hecho muy bien, sigue trabajando duro y te recompensare como te mereces -
Aunque su expresión no dejaba de ser severa y diferente a la que le había mostrado a Rosa te enseño afecto con una caricia, su mano, tan calida, suave y agradable, notaste incluso el aroma de su piel, era tan maduro e hipnótico que te dejo sin palabras.
- Levántate, aún debemos entrenar -
Te dijo levantándose.
...
- Mañana te quiero aquí apenas salga el sol, ve a la segunda torre con Saint Felicia, ella sanará tus heridas -
Fue lo único que dijo antes de retirarse, tu, sentada en el suelo con la espalda contra la pared observabas tus manos hinchadas a punto de reventar. Elsis te entrenaba para poder combatir, usando una espada de madera te hacía repetir movimientos una y otra vez, de arriba a abajo, izquierda a derecha, corrigiendo como te movías y enseñandote a pararte, fue firme en su enseñanza pero para nada mala, te trato bastante bien en comparación del principio ¿Esto era por ganar en contra de Rosa? ¿Sería más amable contigo si te volvías más fuerte? Esto era una motivación, de alguna forma, para no simplemente dejarte morir pero, por como te sentías, era mejor tratarte antes de que eso ocurriera y sin saber muy bien a dónde dirigirte, te pusiste de pie tambaleandote, bañada en sangre y adolorida.
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...
Los pasillos de la iglesia estaban completamente vacíos así que no tuviste a quien pedir indicaciones, subiste la torre revisando cada piso, la mayoría con placas que indicaban de que se trataban, despachos y habitaciones en su mayoría pero fue en el cuarto piso que lograste leer el nombre de la persona que buscabas, Saint Felicia...
Tocaste un par de veces antes de abrir.
Un aroma a flores invadió tu nariz pero no era agradable, era como si intentaran esconder el aroma fétido que mandaba la habitación, era una sala sin ventanas, iluminada por unas pocas velas y sus únicos muebles eran unas mesas con baldes de agua y una cama en el centro de todo, alguien permanecía sentada en la orilla de esta, era una mujer, bastante joven y vestida con ropa que parecía cara.
- Cordero... ¿Te puedo ayudar? -
Pregunto sin voltear a verte.