Todos los copos de nieve tienen una belleza unica, algo que los distingue de los demas, y mientras descienden desde el cielo nocturno, cada uno toma una ruta diferente. Pero, por mas especial que fuese cada uno, por mas que la reflexion de la luz lunar no fuese la misma para todos, al final tenian el mismo destino, y era volverse parte de aquella capa blanca, que solo existia para ser aplastada bajo miles de botas y limpiadas al dia siguiente por un servidor publico mal pagado. Mientras las luces brillaban en los hogares, y las familias cenaban juntas, y los niños esperaban bajo el arbol por los regalos que tanto habian esperado a lo largo del año, habian personas que no respiraban el mismo aire de fecilidad. Personas que quizas no tenian hogares a los que iluminar, o familias que les otorguen calidez, y definitivamente no tenian la edad para esperar regalos debajo de un arbol. Habia un lugar, alejado de las ventanas coloridas y el ruido de la musica y las risas. La luz que traspasaba esa ventana era tenue, y lo mas humano en la cercania era un hombre con sombrero tirado en el suelo, con un ojo morado y una botella en la mano. Y si prestabas atencion, quizas podrias escuchar una balada brasileña sonar desde adentro. Esa era la escena que rodeaba aquel modesto bar, metido entre una tienda de musica y una carniceria. Un cartel en la puerta decia; Abierto las 24 horas, y solo una chica se sentaba detras de la barra, viendo fijamente un televisor que pasaba un evento navideño de MTV. La otra unica persona ahi dentro era un niño pequeño, sentado por si solo en una mesa, jugando con una consola de videojuegos. Eran exactamente las 22:00pm, y segun el cartel, las bebidas eran gratis a esta hora durante las festividades. Podias pasar y pedir un trago, total, no tenias nada mas que hacer.