>>69550
>Horace Smith
Ante aquel pedido, Erika no pareció en tener el más mínimo problema de entregarle su celular a Horace, el cual rápidamente se dirigió hacia uno de los callejones cercanos para dejarlo medianamente oculto.
Tal vez lo único interesante del celular era la foto que tenía de fondo, ya que mostraba a Erika y lo que parecía ser un chico de su misma edad, mostrándolos a ambos sonrientes, lo cual difería bastante del estado actual de la chica.
Tampoco algo a lo que Horace podía prestarle mucha atención, ya que casi de inmediato volvió al mismo callejón, en el cual había dejado sola a Erika para ocultarse junto a ella de lo que sea que los estaba siguiendo.
Los segundos pasaban y aquellos sonidos extraños se acercaban, hasta que fueron solapados por la voz de una chica, la cual parecía conocer a Erika, ya que gritaba su nombre mientras la buscaba.
¿¡Erika!? ¿donde estás?
Horace esperaba ver a una chica normal, la cual tal vez estaba en un mal estado físico por el sonido agitado al respirar, pero no se espero para nada el ver una sirena, la cual se movía torpemente como una foca en la playa.
La escena más que cómica, fue ridícula para Horace, pero había notado como Erika había apretado su puño con bastante fuerza, mientras que su mirada parecía haber cambiado un poco ante la presencia de aquella chica.
El joven castaño desconocía sobre la relaciona de ambas chicas, pero no parecía que fuera tan buena al ver la reacción de Erika y aunque quisiera preguntar, sería estúpido arriesgarse para solo satisfacer sus dudas.
De manera repentina, el sonido de un celular se llego a escuchar a la distancia, tratándose obviamente del celular de Erika, al cual la misteriosa sirena se vio atraída.
Sin tardarse mucho, el extraño ser encontró el celular, el cual respondió casi de inmediato y aunque no se lograba escuchar la persona al otro lado, si se lograba escuchar las palabras de la sirena.
¿que? no, soy yo, Erika dejó su celular en un callejón...yo también quiero encontrarla
Esas palabras confirmaron para Horace de que había múltiples personas buscando a la chica, aunque quedaba la cuestión de cuantas eran y que tan bien estaban preparadas, ya que golpear y noquear a unos sujetos cualquiera no era trabajo difícil para el joven castaño, pero la cosa se complicaría si eran varios o si estaban entrenados.
Por lo menos la sirena parecía de momento distraída por el celular, lo cual le daba una oportunidad a Horace y a Erika de moverse, pero esta ultima parecía solo querer quedarse oculta en aquel pequeño callejón.
Horace sabía que no podía moverse de manera tan arriesgada con Erika en aquel estado, por lo que descarto la idea para concentrarse nuevamente en su situación y su reloj, el cual parecía seguir brillando con bastante intensidad, como si estuviera reaccionando a la chica y a la sirena.
Casi sin darse cuenta, Horace escucho como la llamada terminaba entre la sirena y la persona al otro lado, lo cual le preocupaba un poco, ya que en el callejón donde estaban, no habían mucho lugares para ocultarse realmente.
si...yo también me preocupo mucho por ella. Nos vemos prima, nos vemos cuñado.
Como si fuera una broma cruel de su suerte, Horace se dio cuenta de que la sirena se acercaba a su dirección, siendo el causante el reloj, el cual seguía brillando con bastante intensidad.
Al ver como la sirena se acercaba, Erika intento dejar el callejón, solo para darse cuenta de que terminaba sin salida, por lo que solo podían salir por donde habían entrado, lo que otras palabras significaba que estaban atrapados.
Erika pareció desesperarse, mientras que Horace simplemente le dijo unas pocas palabras, para luego dejar su escondite y acomodarse contra una pared, como si estuviera intentando fumar un cigarro en uno de los múltiples callejones de la ciudad.
<Escóndete, le diré que fuiste para otro lado.
En aquellos pocos segundos, Horace se quito su chaqueta para cubrir por completo el reloj, para luego ocultarla a un par de metros de donde finalmente se quedaría parado, tratando de fingir que estaba intentando fumar.
Con un chasquido de lengua, el joven castaño maldijo por lo bajo, aunque lo suficientemente fuerte para que la sirena lo escuche y que tal vez lo tome como una simple casualidad.
<Mierda, porque justo ahora deja funcionar el encendedor.[Expand Post]
Lo que ahora quedaba para Horace era mentir y decir que Erika siguió por el otro callejón, aunque nuevamente parecía que los problemas no se acabarían ahí, ya que se escuchaban nuevamente pasos a la distancia, los cuales parecían provenir de dos personas.
Horace sabía ahora todo dependería de quienes serían las personas que se acerquen, como también que tan bien miente, por lo que dejando las manos en sus bolsillos espero, aunque con la pequeña seguridad de que sería difícil saber quién era sin su chaqueta.
Solo mis monos se meten en estos problemas, kek.