Una mosca en la pared
>>100289
"Escultor de especies." Esas fueron las tres palabras más valiosas que reportó la mosca en la pared del café. Todos esos años cultivando paciencia habían rendido frutos una y otra vez, pocos tan jugosos como este. Era fácil intuir lo que significaban esas palabras e igual de fácil intuir por qué la chica buscaba a alguien por ese pseudónimo.
Había tenido numerosos encuentros con artistas y científicos, casi todos en buenos términos. Como todo adolescente, pasó por esa fase en la que le interesaban mucho las modificaciones corporales. Patas extra, alas de libélula, mandíbula de pitón, cráneo flexible, un tercer intestino más grueso que transportara los insectos adentro y fuera de sus entrañas en mayor cantidad y con mayor rapidez, había hecho de todo para parecerse más a su familia, para sentirse más cómodo en su cuerpo y facilitar sus deberes como padre de la familia y madre de la colmena. Aún hoy en día tenía cierto interés por las alteraciones corporales que sobrepasaba la adicción, las hacía hasta el cansancio pero nunca hasta la satisfacción, había exhaustado todos los contactos que tenía y agotado a todos los que estuviesen dispuestos a trabajar en él. Eventualmente, cuando probó sus patas a modificarse por sí mismo, aprendió que los límites de su poder superaban aún a los de su cuerpo, que valientemente resistía tanto abuso. Podría cambiar, reemplazar o agregar tantas partes como quisiera, pero para lograr su meta final de convertirse en insecto solo podría volver a nacer.
*khjkhj*
Soltó una risa baja y áspera como papel de hojilla, más una tos que una risa. Fue algo nostálgico pensar en todo eso, podía decirse que, de algún modo, él también había hecho sus pruebas en evolución, tratando de mejorar la especie.
Puso las manos sobre su propio abdomen y recordó a su primer hijo, los dolores que tuvo que soportar para traerlo al mundo a través de sus podridas entrañas y lo mucho que lo amó a primera vista. A pesar de lo mucho que lo hizo sufrir mientras se hacia camino por su interior, había sido bastante pequeño en comparación a él, bastante grande para ser un insecto, y demasiado perfecto para que soportara verlo por más de unos días. El niño insecto no duró mucho bajo la luz antes de regresar en pedazos al estómago de su padre, tan celoso de que su propio hijo se pareciera más a lo que él no podía ser que lo comió, quitándole la vida para recuperar la fuerza que perdió al traerlo a la vida, deseando que algo en él cambiara después de eso, sin efecto.
Recordó las lágrimas que cayeron de sus ojos entonces, incluso volvió a sentirlas tan vívidamente como en ese entonces, bajando por sus mejillas, tenían el sabor salado que le hacía falta a la carne de su hijo sin nombre, pero el condimento no le daba mejor sabor de boca, solo lo hacía vomitar otra vez.
Dejó salir más insectos para que lo ayudaran a recuperar los nutrientes perdidos en el vómito y otras a buscar por toda la ciudad a ese escultor antes de que algo más lo matara, tenía que pensar con cuidado en todas las cosas que había construido en esos años y arriesgaba a perder con lo que haría hoy, todavía tendría tiempo para retractarse.
Su propia contradicción debería hacerlo vomitar, que estuviese buscando la ayuda de humanos para alcanzar sus metas... un monstruo de verdad estaría buscando la aniquilación de todos los humanos para reinar en la superficie con los demás de su especie, los únicos que lo aceptarían como un par. Sus años formativos tenían la culpa de que su relación con las personas fuese tan complicada.
Fue un tiempo después de la pérdida de su primer hijo que sucedió, no supo entonces cuánto ni podía recordarlo ahora, algún tipo de debilidad lo invadió aún después de recuperarse comiendo los restos de su vómito. No podía moverse de la bodega en ruinas ni para buscar alimento, los pocos miembros de su familia que se escurrían de su boca salían a buscarlo por él y a veces regresaban, pero ninguno se quedaba a consolarlo, solo lo alimentaban, los insectos solo sabían como sanar los males físicos, el emocional no lo comprendían.
Aunque vieja y abandonada, la bodega seguía recibiendo visitas por las noches, de maleantes buscando lugares privados para sus reuniones, fuesen de negocios o de "negocios". Normalmente los criminales no se acercaban al rincón oscuro del fondo donde su familia había hecho su hogar temporal, pero esa noche era especial y necesitaban esconderse en las sombras. Obviamente, como a todos los demás humanos, estos odiaron al chico insecto apenas lo olieron, con ojos de asco y armas en mano le gritaron entre obscenidades que buscara otro lugar donde caerse muerto, aunque él ya se arrastraba por el piso, fue cuando el primero y más impaciente de ellos se acercó con un silenciador que la colmena detectó la amenaza y escaló a cientos por debajo de la pierna de su pantalón, consumiendo carne y desgarrando músculo más rápido de lo que el mafioso pudiera procesar el dolor o jalar el gatillo, su pierna ya estaba en los huesos antes de que cayera el resto del cuerpo, no muerto, pero agonizando.
Hubo más disparos luego del primero, algunos fueron bloqueados por el caparazón de miles de familiares cuya prerrogativa era proteger la colmena, otros los recibieron los criminales más lejanos a ella, qué posteriormente serían llevados hasta ella para continuar con la cena familiar, ignorando a los mafiosos que habían matado a los que la propia colmena no, aunque ellos no hicieran lo mismo, ninguna persona se hubiese quedado callada al ver cómo miles de insectos se amontonaban sobre los cadáveres recién hechos, la mayoría de sus reacciones fue la misma de siempre, asco, rechazo, horror, solo una fue diferente, y fue la única de importancia porque fue la que apaciguó las tensiones antes de que explotara otro enfrentamiento.
Sus padres, los primeros humanos en rechazarlo, lo abandonaron literalmente en los basureros sin enseñarle una sola cosa sobre el mundo, tuvo que aprender la mayoría por sí mismo durante la niñez, criándose entre insectos. Aprendió muchas palabras de la gente en las calles, las sabía todas de la "A" a la "Z", conocía "Aléjate", "Asqueroso", "Adefecio", "Auxilio", "Ayuda"... pero nunca había conocido "Afecto", hasta esa noche, los insectos eran incapaces de darlo y él se creía incapaz de recibirlo, sin embargo el jefe de aquellos maleantes se lo estaba ofreciendo a pesar de no conocerlo, todo eso a cambio de haberle salvado la vida a él y a sus hombres, que no volvieron a apuntarle con sus armas por orden suya, a pesar de que entendían poco de cómo había contribuido él en salvarlos de la trampa de esa noche. Y, solo por eso, el jefe le ofreció el privilegio de llamarlo "Padrino", le dio la bienvenida a la famiglia, un lugar donde vivir y donde sentirse aceptado.
Pudo no ser la cantidad de cuerpos ingeridos esa noche lo que le devolvió las fuerzas, sino aquellas palabras de su padrino, que agradecería hasta ese día. Aunque la decisión que tomó esa noche lo alejó más y más del camino del insecto, nunca se arrepentiría de ella, ya que le dio los años más felices de su vida.
Pronto estuvo otra vez de pie, no a cuatro patas, aprendió a caminar erguido como hombre, a cubrir su cuerpo con ropa en lugar de insectos, a comunicarse con palabras, asearse regularmente y a amar a un ser humano. No fue ese el origen de sus sentimientos contradictorios, pero sí un gran contribuyente.
Más tarde, empezó a hacer trabajos de limpieza para la famiglia, limpiaba toda evidencia incriminatoria, no solamente la orgánica, sus insectos podían consumir cualquier material sin dejar rastro. Hizo también trabajos de espía, guardia, escolta y, por último, guardaespaldas. Aunque podía lidiar fácilmente con los rivales de la famiglia, su padrino prefería esconder su utilidad lo más posible, manteniéndolo siempre a su lado y el de su hija desde que confió en que tenía su lealtad, ellos eran sin duda las dos personas más cercanas a él y los que más lo aceptaban.
Clandestinamente, la famiglia siguió amasando poder con los años, con su nuevo ahijado como mayor responsable de su ascenso obsequiando sus servicios desde las sombras a cambio de ser tratado como un miembro de la famiglia, una relación manipuladora/simbiótica con la que estaba feliz, aunque la hija del jefe nunca lo viera como un hermano, los demás miembros no lo vieran como familia, y nadie más que el jefe lo aceptara como humano. Fuese el amor que recibía de su padrino real o solo una farsa para mantenerlo de su lado, él nunca se alejó de él, los años pasaban, otros miembros de la familia morían y la hija adolescente se volvía más distante, pero él siempre estaba de su lado, incluso en su lecho de muerte.
El padrino no era el señor más joven ni el más anciano, ni el más saludable ni el más enfermizo. Que muriese tendido en su cama dada su profesión habría sido más sorprendente a que lo hiciera antes de los 80, pero no con la plaga que siempre estaba pegada a él. Los rumores de que el insecto tenía algo que ver con la mala salud del jefe empezó a correr antes de que este se viera tendido en cama, y él había pasado suficiente tiempo en la famiglia para saber que una vez su padrino se fuese ya no tendría un lugar en esta, perdería todo lo que había ganado y volvería a ser igual que esas noches en la bodega. Debía hacer todo lo posible por evitar que eso pasara... Fue ese deseo de proteger lo que tenía lo que lo llevó a perderlo todo en un día.
"¡AAAAAH!"
La hija adolescente, la que nunca lo vio como hermano, entró a la habitación de su padre cuando él seguía en el proceso de devorar su cuerpo moribundo. La imagen de su padre cubierto de pies a cuello por más insectos de los que cabrían en una piscina para niños, con un hombre pálido y pastoso arrancándole la cabeza a mordiscos, fue más de lo que la chica y el resto de la famiglia podría haber soportado. Los disparos que su padrino había ordenado que pararan aquella noche se reanudaron ese día, y la famiglia entera pereció, excepto por el insecto, una tragedia que pudo ser evitada si tan solo su padrino no hubiese mantenido en secreto cómo funcionaban las habilidades del chico insecto, o si su hermana no hubiese entrado al cuarto en ese momento, o si él hubiese sido más paciente o más cuidadoso...