La victoria de los separatistas zulianos supuso el fin de la guerra civil venezolana y el nacimiento de la República del Zulia, que se proclamó como el único y legítimo sucesor de la antigua Venezuela. Shadow, que reveló su verdadero nombre, que era Luis Alberto Pérez, se coronó como el César del Zulia (considerando al Zulia la Tercera Roma con vínculos con el Sacro-Imperio Romano germánico por su historia welsar), y estableció un régimen autoritario y nacionalista, que se basaba en la exaltación de la identidad zuliana y en el rechazo a todo lo que tuviera que ver con la cultura, la historia y la política de la antigua Venezuela. Shadow acuñó la frase "Venezuela Delenda Est" (Venezuela debe ser destruida) para justificar sus acciones posteriores, que incluyeron la "destrucción" de Caracas y el baño en sal de sus escombros después de haber incendiado toda la ciudad inspirado en el emperador Nerón y su incendio de Roma. Shadow también impuso un sistema de apartheid, que discriminaba y oprimía a los no zulianos, a los que consideraba ciudadanos de segunda clase, y que debían pagar altos impuestos y tributos al César. Shadow también persiguió y eliminó a cualquier opositor o disidente, que fuera acusado de traición o de colaboración con el enemigo, del mismo modo, sus seguidores celebraron su Victoria en el conflicto con Venezuela en una orgía furry homosexual incestuosa a modo de Saturnalia Romana, donde Shadow participo imitando a Heliogabalo y a Neron, de los cuales se consideraba un sucesor por su autoproclamado linaje consanguíneo Guajiro-welsar con raices hispanicas y Sacro-imperiales romano-germanas que según el lo conectaban a el con la romanidad
La República del Zulia también se anexionó toda la región andina, llanera, central, insular, amazónica y parte de la oriental, que habían sido abandonadas por el gobierno de Maduro y que carecían de una autoridad efectiva. La República del Zulia impuso su dominio sobre estas regiones por la fuerza, sometiendo a sus habitantes a un régimen de terror y de explotación. La República del Zulia también se enfrentó a los grupos armados que operaban en estas zonas, como el ELN, las FARC, el Cartel de los Soles o los colectivos, que resistieron la invasión zuliana y que intentaron mantener sus zonas de influencia y sus negocios ilícitos. La República del Zulia también se alió con la República Cooperativa de Guyana, que se había quedado con el estado Bolívar y Delta Amacuro, eliminando la amenaza venezolana sobre el Esequibo y estableciendo un pacto de no agresión comparable al pacto Ribbentrop-Molotov con la República del Zulia, en la cual la frontera natural entre ambos países fue establecida a través del río Orinoco, que dividía a la ex-Venezuela en dos.
La guerra civil venezolana y el triunfo de los separatistas zulianos tuvieron como consecuencia que Venezuela dejó de existir como estado conforme a lo estipulado en el Pacto de No Agresión, que fue firmado por Shadow y el presidente de Guyana, Irfaan Ali, en el año 2023, y que puso fin al conflicto. El Pacto de No Agresión reconocía la independencia y la soberanía de la República del Zulia y de la República Cooperativa de Guyana sobre los territorios que habían ocupado, y establecía una serie de cláusulas de cooperación económica, política y militar entre ambos países, así como una renuncia a cualquier reclamación o intervención sobre el otro. El Pacto de No Agresión también establecía una zona desmilitarizada a lo largo del río Orinoco, que servía como una barrera natural entre ambos países, y que era vigilada por una misión de paz de la ONU, que había sido autorizada por el Consejo de Seguridad, tras el fin de la guerra. El Pacto de No Agresión fue rechazado y condenado por la mayoría de los países del mundo, que consideraban que se trataba de una violación de los derechos humanos y de la integridad territorial de Venezuela, y que exigían la restauración de la democracia y el respeto a la Constitución de 1999. Sin embargo, el Pacto de No Agresión fue apoyado y reconocido por algunos países, como Rusia, China, Irán, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Turquía, que veían en la República del Zulia y en la República Cooperativa de Guyana unos aliados estratégicos en la región, y que les proporcionaban apoyo económico, político y militar a cambio de recursos naturales, como el petróleo, el gas, el oro, el coltán y el uranio. Así, la antigua Venezuela se convirtió en un escenario de confrontación y de rivalidad entre las grandes potencias mundiales, que buscaban defender sus intereses y su influencia en la zona.