Bueno, camaradas del subsuelo, vengo a desahogarme Resulta que entré a trabajar al Chedraui de mi rancho, en electrónica. Hasta ahí todo bien… el detalle es que estoy “cubriendo incapacidad”, lo cual básicamente significa “no sueñes con contrato fijo, mi rey, aquí pagamos con comisiones y fe”. Te quieren enjaretar TVs, licuadoras y microondas como si uno tuviera el don de convencer señoras que sólo ven precios para luego irse. Que el 3%, que el 5%, que el 10%… prácticamente te pagan en migajas gourmet. Y el highlight: mi jefe. Un vato de 37 años, con su aura de corridos tumbados y la ilusión de que dirige una transnacional. El sujeto dice que para qué quiero horas extras si con las comisiones “la armo”. Ajá, sí, la armo para sobrevivir a base de café y aire. Y ojo, yo no tengo problema en quedarme una hora. Una. Ya con eso siento que estoy cediendo demasiado. Porque si este señor quería un empleado 24/7, que me lo hubiera dicho el día de la entrevista, no que ahora salga con que “todos le entran”. Voy a hablar con él y decirle que si mi forma de trabajar no cuadra con la “ideología” del departamento, que mejor me muevan a otro. Total, es trabajo por temporada, ni creo que me corran.