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Claro, negros, les cuento, pero primero tienen que comprender la diferencia entre un mal hábito y una adicción: ¿Ven un poco de porno al día, quizá uno, dos o tres videos, quizá entre semana o mes? Bueno, eso es un mal hábito, ¿ven porno por las mañanas, en la comida, en el trabajo o escuela, en la noche y antes de ir a dormir? Bueno, eso es una adicción. Yo tuve la última. En serio que ver porno era incluso lo único que llegué a hacer en todo, digo absolutamente todo, un fin de semana, fue lo primero que vi al despertar y lo último que vi al ir a la cama. Allí me di cuenta de que tenía un problema.
No es algo que se cuente a la ligera por todo el estigma que tiene, incluso la sociedad permite adicciones menos prejuiciadas como la marihuana o las apuestas antes que la pornografía. Se lo conté a mi padre porque es la persona que más confianza tengo, pensé que me iba a juzgar, pero me ayudó a buscar terapeutas, y bueno, como todo, tuve que armarme de paciencia, porque como hay muchísimos pero muchísimos psicólogos, un profesionista de dicha área no asegura que vaya a ser competente. Digamos que hasta el cuarto terapeuta fue que pude cambiar. Este fue mi paso por los primeros tres y por qué lo dejé:
>1: Mujer joven, recién egresada
Fue muy prejuiciosa conmigo, se la pasaba juzgando e implantándome ideas de que ninguna mujer me iba a querer. Creo yo que se estaba desquitando conmigo por algo que le sucedió con algún hombre.
>2: Hombre en sus cincuentas, casi sesentas, experimentado en el área
Sabía mucho y era muy inteligente, pero no se lo tomaba muy enserio, creía que mi adicción era cosa de simplemente restringirme el uso de acceso a internet. Sus apreciaciones e interpretaciones me parecieron acertadas cuando le contaba mis problemas, pero su falta de apoyo auténtico me hizo dejarlo, para él yo era más como un alumno que como un paciente.
>3: Mujer madura, en sus cuarenta, trabajo intermitente en el área de terapia
Reconocía mi adicción, pero me daba malos consejos, muy malos, que en su momento no pude identificar por mi vulnerabilidad, pero ahora sí; me decía que fuera con prostitutas, porque según ella mi problema es que era virgen y reflejaba mi necesidad de placer sexual al recurrir tan seguido al porno. Según ella las prostitutas eran la salvación. También le gustaba provocarme en sesiones, ojo, no provocarme en sentido sexual, sino provocarme para que me enojara y sacara lo peor de mí, que según ella era una técnica de terapia, pero ahora sé que no, que esa técnica es muy riesgosa y si se usa se tiene que preparar al paciente con mínimo dos días previos para hacerle saber que no es personal y que no se busca su malestar, además de que el terapeuta debe saber manejar la situación si es que se le va de las manos, cosa que no hizo. De los tres, ésta fue la peor, mínimo la primera era guapa, kek.
>4: Mujer en sus treintas.
Aquí fue donde todo cambió. Por fin sentí un cambió. Me motivó a buscar pasatiempos productivos, a que hiciera ejercicio, a relacionar mi búsqueda del porno y como sustituirlo con actividades menos ociosas. Nunca me juzgó, nunca me provocó y me puso en un plano humano. Tomé dos años y medio dejar mi adicción, pero lo logré hacer. Ahora sólo veo porno de ninguna a cinco veces por mes por unos cuantos minutos, que se considera normal.
Como cualquier adicción, no es fácil salir, y las primeras semanas de abstinencia se sienten muy difíciles, pero la paciencia y la constancia lo pueden lograr.