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>En la casa del árbol
El algodón negro cede antes las mordidas viciosas de los animales, y la mujer que lo viste solo permanece tendida sobre sus cuatros extremidades con una expresión ruborizada del bochorno y la indecisión, con gotas de sudor deslizando y barnizando su piel. El corazón acelerado retumba como un tambor que todos en la casa escuchan. Por la ventana el bosque desaparece tragado por una oscuridad profunda como los cuadrantes más muertos del espacio sideral. Y Coyote, muy a la distancia, empieza a sentir como si todos sus animales fueran a desaparecer de cuajo, no en el más allá, sino en un lugar incomprensible y extraño.
Marietta: Creo... Creo que lo entiendo...
Con una mirada nublada, ni se inmuta cuando las gotas de salivan caen sobre su cara. Sus labios, con la humedad y el color rosado acentuados por el calor en el ambiente, se entreabren y permite que la lengua de la bestia entre. La Von Karma cierra los ojos, su lengua -pequeña en comparación- se limita a resistir los embistes del intruso, permitiendo que este sacie sus deseos y le llegue hasta la garganta, exprimiendo de ella gemidos ahogados y húmedos hasta que pierden la respiración. Al separarse Marietta tose, y gruesas lineas de saliva -propias y ajenas- le bajan por la comisura de los labios y manchan los tablones del suelo.
Marietta: Ha pasado mucho tiempo... Quizás no debería...
Murmura cabizbaja, con la mirada fija en el piso. Las otras bestias terminan de reducir sus telas, dejando a Marietta en una negra lencería con un escote que a duras penas contiene sus gigantescos pechos, lo bastante grandes para tocar el suelo. Las bestias que arrancan el sujetador lo descubren pesado por una sustancia misteriosa, y es que los gruesos pezones de la Von Karma supuran leche materna, solo que más blanca y espesa casi como la una vaca lechera (De nuevo, Dante tenía razón). ¿Esta embarazada...? No. Como ella misma dijo, ha pasado mucho tiempo, años en realidad, desde que intimó. Específicamente desde que lurker sufrió un ataque al corazón la noche de la concepción de Junior. Pero su cuerpo funciona de manera extraña, y como prueba, en cuanto uno de los ponis más corajudos sumerge el hocico entre los muslos del ser extraño, un escalofrío interno -como un latigazo- lo sacude y deja al animal con ojos en blanco.
El animal cae de costado con las pantys en la boca, muerto y con una erección permanente. Los jugos cálidos y almizclados de la Vk, junto a sus reservas de energía profana, demasiados concentrados, resultaron excesivos para el pobre, que se deshecha hasta quedar vuelto un montículo de polvo. Coyote siente como unos de sus animales se esfuma para siempre en el éter.
Marietta: E-Eso no suele pasar, lo siento.
Se disculpa con una sonrisa nerviosa. Es lo que tiene quedarse sin saciar esos impulsos, que cuando se desbordan ocurren problemas. Pero ya con más aire, al verse liberados los fluidos del amor y dispersada un poco la energía, no debería haber más peligro... Teóricamente. A la VK le cuesta mirar, apenada con la manada. Tanto por la muerte del pony como por no haberse preparado con antelación. No esta depilada, su pubis es oscuro y abundante como de actriz europea. A lurker le gustaba, pero los tiempos cambian y seguro para esos caballos modernos resulta desagradable.
...
>En la tienda de Dulcinea
Dulcinea: ¿Malo? No, no...
Para ella asistente y amigo están lo bastante cerca, ambos empiezan por
A, y además es de ver el vaso lleno.
Dulcinea: En el pueblo Mecano era muy solitaria, me alegra que consiguiese un amigo. Solo... Tratala bien, ¿vale? Es más sentimental de lo que parece, y a veces se confunde con los símbolos de los baños. Tenlo en cuenta.
Quizás a Coyote le resulte extraño el tono sosegado y centrado de Dulcinea, casi parece que no solo hay aire y azúcar en su cabeza. Dulcinea sonríe y junta las manos junto a su cara.
Dulcinea: ¡Un regalo para una chica especial! Claro que puedo ayudar con eso. Las chicas especiales conocemos a las de nuestro tipo, ¿Dinosaurios?
Asiente y le da la espalda a Coyote. Avanza hacia su cama, se sube y gateando alcanza las decenas de peluches entre su almohada. Con un dedo y un murmullo, recorre los esponjosos exponentes hasta que agarra uno color verde. Retrocede y le presenta el peluche a Coyote.
Dulcinea: Con esto puedes empezar... Luego puedes llevarla al dinopark, y a ver una película de dinosaurios, y por ultimo... ¡Regalarle un dinosaurio real! Sería muy, muy romántico, y también que vea que le enseñaste al dino a decir su nombre...
Ha-na. Un momento...
La ilusión se le borra y sus rosados labios forman un mohin.
Dulcinea: ¿Tienes un dinosaurios real...? Oh, oh, sin eso se estropearía el plan. Quizás podamos convencer a alguien de disfrazarse...
O más bien lo que provocaría todo eso es que Hana acabe por aborrecer a los dinos y generando traumas.
La cara de Dulcinea se ilumina cuando Coyote menciona un potencial cambio de look.
Dulcinea: Podría coserte un traje, quedarías muy apuesto. No te preocupes, lo hago gratis y en un plis plas. ¿Te gustaría?
Como vi que ya están saliendo adelante con otro BNH, sentí el cosquilleo de concluir estas escenas. Creo que en un turno o dos podemos dejarlo todo bien resuelto y amarrado para estos personajes, no sé qué opinas.