>>39984
¿Así se ve el cursed text fuera de mi teléfono? Ya sé para no volver a usarlo, con razón se llevó todos los carácteres del post. ¿Debería volverlo a enviar para que se entienda? Aquí está de todas formas.
>>39984
<Pero los ídolos son engañosos; los adivinos sólo dicen mentiras. Engañan a la gente con sus sueños, y escucharlos no da ningún consuelo. ¡Por eso ustedes andan perdidos, como un rebaño sin pastor!
Claro, ídolos. Si quería seguidores tenía que cantar y bailar sobre el escenario. Cuando obtuviese suficiente fama, todos imitarían sus coreografías, repetirían sus letras y la adorarían como a un dios de verdad. Era un plan a largo plazo que requeriría de mucho esfuerzo, talento, recursos y contactos que no podía hacer aparecer mágicamente con un chasquido de su mano derecha. Un plan que no haría. Si el collar no la hizo mejor artista tampoco la haría mejor bailarina.
<¿Esa explicación te satisface más? te lo dije antes la falta de fe de esta ciudad demanda un nuevo Dios y tu has sido encomendada con ese papel te guste o no, esa es la parte importante de tu trabajo ahora, ya luego tendrás tiempo para aprender como dirigirlos o saber que hacer con ellos no hay necesidad de apresurarse si no cumples con la primera parte
Un dios que estaba obligado a hacer cosas en contra de su voluntad no era uno que mereciera una d mayúscula, tampoco uno que pudiese morir o que no tuviese poder sobre una pequeña porción de Tierra porque sus habitantes no creyeran lo suficiente en él. ¿El dios anterior también fue como ella? ¿Lo obligaron a ser dios y abandonó su puesto cuando tuvo suficiente poder para ir en contra del destino? ¿Seguía vigente y tendría que competir con él para ganar influencia sobre la única parte del mundo donde su mano no alcanza?
Y si sería su obligación guiar al supuesto rebaño de ovejas sin pastor estando ella misma tan perdida, pues estaban todos jodidos. No podían esperar que dirigiera a otros cuando ella no sabía por donde iba. Pero ya pensarían en eso más tarde cuando tuviese a los seguidores, o pensaría, que con suerte para entonces ya se habría deshecho de la voz en su cabeza, como le prometió esta que podría, y estaría a solas para limpiar cualquier desastre ocasionado en el camino y romperse el coco ideando formas de no perder a esos seguidores... o quizá no.
<¿Todavía sigues con esa cosa? ¿piensas usarla para algo o solo la mantienes cerca para saber que hay alguien mas mediocre que tu?
"
Fin de la discusion"
>Tachó, borró y dibujó sobre todo lo escrito en la libreta, especialmente lo que hiciera referencia a temas religiosos. Incluso algo como esto podía meterla en problemas si alguien más lo leía, creyó.
Por culpa de los hombres de negro y sus bloqueos no pudo esparcir sus calaveras por un área muy extensa, algo verdaderamente frustrante, y probablemente la razón principal de que estas, por muy pequeñas, apresuradas, descoloridas, y poco detalladas que fuesen, salieran de los callejones y comenzaran a ocasionar incendios aunque no las creó con ese objetivo en mente.
Para empeorar aún más las cosas, los hombres de bata blanca vinieron por ella, insistiendo en llevársela al hospital, ni en su cabeza la dejaban en paz. Pronto ni en este mundo sería capaz de pintar libremente como le pedía su corazón.
Hipnósis, polvo de hadas, esquizofrenia... ninguna explicación que se le ocurría bastaba para justificar todos y cada uno de los acontecimientos tan disparatados que transcurrían en este solo día, y algunas de ellas se contradecían unas con otras. Nada era normal. Las diferencias entre el mundo en el que nació y en el que vivía ahora eran completamente irreconciliables. No creía en collares parlantes ni en seres sobrenaturales, no confiaba en que el gobierno no la espiara o que todo no fuese una broma pesada, no confiaba en los hombres de negro ni en los hombres de blanco, con sus descargas eléctricas y sus virus inventados. Todo era sospechoso, todo el mundo estaba en su contra, estaba sola, perdida, sin ayuda, sin poder y sin una sola persona de su lado.
Se tomó la cabeza con ambas manos y se alborotó el cabello, rascándoselo como si tuviera el peor caso de caspa. Pero los piojos los tenía adentro de la cabeza, podía sentirlos, moviéndose de aquí hacia allá, recorriéndole el cerebro, usándolo de hormiguero. Cada paso de sus patitas era un latido, la masa encefálica palpitaba, la jaqueca parecía que fuese a partirle el cráneo desde adentro. Su cabeza iba a explotar, era innegable. Que regara el pavimento con sus sesos era inevitable. El destino decía que su materia gris se uniría al gris de la carretera. Su cabeza no era lo único que palpitaba, su corazón, como caballo desbocado, le quiso hacer la carrera, y los pulmones que se expandían y contraían acelerados tampoco se quedaron atrás. Era una competencia, el primero en reventar sería el ganador y la perdedora sería ella, sin importar el resultado. Y si el resultado iba a ser el mismo sin importar lo que hiciera, ¿por qué no hacer todo lo posible por acelerar las cosas? Alargar el proceso sería alargar su sufrimiento. El final siempre iba a ser el mismo, por lo menos si hacía esto se podría ir con la última carcajada.
Tocó su cabeza solo con la mano derecha, dejando la otra sobre su pecho. Pudo sentir cómo su cerebro se revolvía de verdad, vibrando y casi que chocando con las paredes de su cráneo. Era hora de que su cabeza explotara, eso es algo que decidió ella y nadie más.
Cuando ya su lavado de cerebro había entrado en el ciclo de centrifugado fue que sintió algo más en su corazón, algo suave, cálido y pegajoso. Dejó de revolverse los sesos. Puff la necesitaba, y ya fuese real o ficticio, era su responsabilidad y no podía morir y dejarlo desamparado, por muy malas que se vieran las cosas.
"No puedo... No puedo..."
Cayó de rodillas al suelo. Con su puño abrió un agujero a su alrededor para que los hombres armados cayeran también. Selló el agujero con más pavimento, dejando unas rendijas delgadas para que los hombres atrapados pudiesen respirar y se alejó de la escena, montando su moto antes de que cualquiera pudiese seguirla. Se dirigiría a uno de los callejones abandonados donde sus creaciones no estuviesen causando estragos, y desde allí dibujaría el cuerpo que les hacía falta a todas ellas para terminar de sacar las cosas de control y aumentar sus probabilidades de escape. El dibujo que hizo del estacionamiento le serviría de fondo, garantizando que el esqueleto que apareciera frente al hospital fuese enorme y ardiera más intensamente que los demás.