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<Chris "Buzzo" Columbo (Hora 10)
HP: 100/100
Energía: 36/50
Hambre: 11/20 - Sed: 11/20
-Fuerza: 4+2 Carta de Dos
-Agilidad: 6
-Resistencia: 6
-Suerte: 4+2 Collar de dados
Inventario:
-Bolsillos 1/4
Encendedor pequeño (8/8)
Nivel 0
Tu cuerpo sigue igual que cuando estabas en la mesa de juegos. La diferencia apenas es de un segundo. De dos. De tres. Se va sumando...
Recoges la carta del suelo, la dejas como un cigarrillo entre tus dedos, y empiezas la exploración. El ambiente es tan palpable como opresivo, y tus pies chasquean contra la alfombra al andar. Si es un sueño, entonces se trata de uno increíblemente lucido.
Deambulas por aquellos pasillos silenciosos que no ofrecen mucho más que las mismas vistas. Todo está vacío, de vida, de amenazas, pero aun así es imposible sentirte tranquilo, como si cada segundo transcurrido te arrancase pellejos de existencia. Ese tapiz amarillo, esas luces que zumban, están hambrientas de tu vitalidad... O esa es la impresión que te da. Quizás estás pensando en exceso las cosas y la soledad está cobrando su parte en tu sanidad.
Transcurren una hora. Transcurren dos. De sorpresa, un repentino subidón de la energía de la luz te ciega y te hace cubrirte la cara con ambas manos. Gruñes por el dolor, como si te clavaran agujas en las retinas. Las luces del techo se calman, pero tus ojos quedaron adoloridos por un rato, y tu espíritu se sintió algo mellado (-5 de energía). Estuviste alerta por si vuelve a pasar, pero el fenómeno no se repitió durante el resto del viaje.
Tres horas. Cuatro horas. Cinco horas. La proporción y ubicación de los cuartos que te encuentras cambia, pero la altura siempre es la misma. Estás seguro que llevas caminado varios kilómetros ya, pero esas habitaciones idénticas no parecen tener fin. ¿Puede existir un espacio tan amplio y sin usar en el mundo?
Seis horas. Siete horas. Ocho horas. Nueve horas. Nadie contestar a tus gritos, ni si quiera el eco de tu propia voz, porque tanto el sonido como las distancias son tragados por el laberinto. El hambre y la sed comienzan a ser un problema latente. ¿Será tu destino perecer de inanición ahí? ¿Ese es el castigo que te preparó el cielo?
A tu décima hora, una puerta de madera que vislumbraste en una pared te zafa de seguir pensando en terribles muertes. Eso sí, la palabra “puerta” le queda demasiado grande. Es de madera, cuenta con la altura de un enano o un niño pequeño, y en su superficie hay un grabado o un círculo peculiar que ves por primera vez en tu vida, mientras sobre la cerradura ubicas un octágono que encierra un cero, o una “O” alargada. Siendo la primera puerta que te encuentras en casi medio día, ¿cómo dejarla pasar?
Te pusiste de cuchillas, tomaste el pomo, giraste la muñeca, y abriste a lo desconocido.
…
El Hub
Por la altura de la puertilla te tocó ponerte de gatas para entrar en ese nuevo escenario. Tus palmas y rodillas se amoratan contra la acera, pero estás acostumbrado a algo de dolor. Varios pasos delante de ti hay una línea blanca, que se corta dando un espacio al suelo gris, y luego comienza de nuevo repitiendo el patrón hasta las entrañas del túnel de hormigón que acobija la ancha y larga carretera. No hay señal de coches o de personas. En los laterales se ubican luces típicas de esa clase de construcción, acompañadas de una serie de puertas de distintos materiales, una de ellas es por donde llegaste…
Mientras te levantas y orientas encuentras otras puertas similares, abiertas (1, 2, 3, 4, 11, 13, 17, 18, 21), de mayor tamaño que la anterior, separadas por un mínimo de 15 metros que puede variar a más, y en orden desordenado, crecen en volumen mientras más alto sea el número que guarda. Varias entradas por alguna razón fueron selladas con ladrillos y son inalcanzables, otras simplemente necesitan una llave que no tienes, otras en vez de números contienen símbolos que te generan desconfianza (?, Þ, ;-(). La puerta 25 tiene tres metros de alto y dos de ancho, te empequeñece por completo y tendrías que saltar muy alto para rozar el pomo. Es la última que encuentras antes que el túnel se siga perdiendo en la distancias durante kilómetros inabarcables de paredes sin salidas… O más bien entradas.