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<— N-No soy una niña pequeña para estar jugando con una adolescente estereotipada y básica...
"¡Básica tu... tu..."
Le observa de arriba a abajo, buscando algo con que completar la oración. Sin embargo, por más que mire, es incapaz de dar con tal cosa en el peculiar atuendo de la niña. Molesta aprieta los labios y cierra los ojos para luego callarse al ser incapaz de responder.
<— Primero: no me vuelvas a tratar como una maldita niña. He vivido más cosas del mundo adulto de las que tú podrías soportar en toda tu vida.
"Ajam... sí, claro"
Asiente con una mirada incrédula ante las declaraciones de la niña. Un infante, creyéndose mayor de lo que es, es algo bastante común de ver sin importar donde estés.
<Segundo: ese reloj... nunca te lo vas a poder quitar. Solo hay 2 formas en las que se separará de ti, que es si te amputas el brazo… o si mueres. Lo que pase primero
"¿Es como una de esas trampas chinas para dedos entonces?"
Vuelve a toquetear el reloj en un intento de dar con el mecanismo oculto que guarda. Algún bromista debe de habérselo puesto sin que se diera cuenta, solo para reírse al verla fracasar, quitándoselo. Eso sonaba como una explicación bastante convincente y creíble, ahora solo le faltaba saber cómo fue que llegó aquí.
<— Y tercero... conozco todos los uniformes escolares de este pueblo. Ninguno se parece al que llevas puesto, lo cual me hace pensar que no eres de aquí. Podrías venir de cualquier parte del mundo...
"Cualquier parte del mundo en la que hablen japonés..."
Una vez más, responde de manera indiferente, completamente incapaz de reconocer que algo sobrenatural haya pasado. Estaba lejos de la tienda de dulces, eso es algo que puede reconocer. Sin embargo, duda mucho haber dejado la ciudad y mucho menos el país.
<— Y para que veas que hablo en serio... mira esto. Uhhhh~
"¡¡¡IIIhhh!! P-por... ¿Por qué llevas hielo en la mano?"
Un escalofrío recorre su espalda y el resto de su cuerpo, da un sobresalto y se echa para atrás. Tartamudea levemente al hablar, producto del frío repentino. Pese a lo desconcertada que se encontraba, seguía sin querer ver dicho fenómeno como algo paranormal. Inventando al poco una excusa con la que explicar de manera simple y sencilla lo ocurrido.
<— ¿Ahora si vas a prestar atención?
"Ghh... hrnn... Bien... Ok, digamos que este reloj o lo que sea me teletransportó y que tu eres un fantasma o cualquiera de esas cosas. ¿Entonces? Si lo que querías era asustarme, entonces ya lo hiciste. Oh, sí, qué gran broma, estoy tan aterrada... jajaja..."
Restriega su mano encima de su uniforme para comprobar que el hielo no le haya mojado. Para sorpresa de Midori no hay ni una sola gota de agua. Repite una y otra vez la misma acción sin entender lo ocurrido y regresa su mirada a la niña. Desvía la mirada durante un largo rato mientras gruñe y murmura para sí misma. De malas ganas acaba por aceptar la situación y, con una actitud igual de pésima, finge una risa en lo que espera que este sueño termine.
"¡Oh, gran y poderoso espíritu que mora por esta casa embrujada! ¿Qué es lo que desea usted de una mera mortal como yo? ¿Acaso me llamó para que le brinde respeto limpiando sus majestuosos cuernos?"
Debe de haber bebido una bebida expirada y ahora mismo la están llevando en camilla hacia el hospital. Sí, eso tiene mucho más lógica que el aceptar que los fantasmas existen. Si ese es el caso, entonces lo mejor que puede hacer es seguir la corriente hasta que despierte. Empezando con meterse un poco con el supuesto fantasma frente a ella, cosa que hace al sacar un pañuelo y empezar a lustrar sus cuernos.