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Os saludo, señorita Eiko, joven Marcos. Veo que sentís intriga por mi instrumentaría. Uso este yermo por dos motivos: El primero, cubrirme la sesera; El segundo, porque cuando logro ver a alguien con definición, significa que es imposible fallar los tiros.
"Pues le queda bien. ¿Dónde me consigo uno igual?" Cualquier tipo de protección es mejor que nada, y nada es lo que tiene justo ahora, porque una gorra no cubre de mucho más que el sol, del que no ve rastro alguno desde entrar en los Backrooms.
El del sombrero y el revólver viene luego y evalúa a los dos nuevos, llegando a la misma conclusión que Marcos antes de él: los chinos son listos, y lo que esta no sabe de letras parece compensarlo con lo que sabe de números. Meh, tampoco es que se muera de curiosidad por saber lo que pone en el frasco, las pastillas se pueden tragar y eso es todo, fin de la historia.
Tú pareces, digámoslo suave, menos útil.
¿Más suave que una chinita de un solo brazo? Ciertamente no, pero esa no es una buena vara con qué medirse. Lo de la utilidad es menos debatible.
La ciudad ya tiene demasiada “gente trabajadora” que se muele el lomo por licor o por un sitio donde caer cuando las luces se apagan. Puedes pasar, e intercambiar tus cosas por suministros, si es que tienes algo que valga la pena en tus bolsillos…
"Por mí, bien. ¿Puedo intercambiar cosas por un lugar donde dormir?"
Pero no te quiero ver mendingando o quedándote más de uno o dos dáis. Si vas de paso, vas de paso, y no hay vuelta de hoja.
"Anotado."
La entrada a la ciudad no es tan engorrosa como espera, no ha de ser el primer viajero que solo va de paso. Antes de despedirse de la mujer que los trajo, le hace las preguntas que tenía en reserva.
"¿Este es como el asentamiento más seguro o algo? ¿Porque hay más en otros niveles, verdad?" Si va a seguir subiendo es de gran importancia que conozca la existencia de otros sitios como este y los niveles exactos donde se ubican. Que tenga que seguir patrones de comportamiento para encontrarlos complica las cosas, ahora mismo ya se le está olvidando qué caminos tomaron para llegar aquí.
"¿Las ventanas esas y los otros monstruos también se mueren?" Sigue pensando que los monstruos deben ser criaturas a las que se le teme y de las que tiene que huir en vez de combatir, no tiene intenciones de enfrentarse a uno de momento, siendo tan suave "¿Qué pasa cuando se mueren, se rompe la ventana o se queda y se puede cruzar al otro lado?" Los windows sonaban como sistemas operativos y también como aquellos monstruos que se transforman en cofre para tragarse entera a la gente. ¿Quizá una ventana al exterior se ve más atractiva para alguien atrapado en los trasteros que cualquier tesoro del mundo? El conocimiento es lo que él encuentra más valioso, dado que sus objetivos son la supervivencia y la exploración.
"Chao. Si alguna vez voy de paso por su casa tal vez me paro a saludar." Primero necesita saber en cual nivel queda ese museo o residencia del que habla, las posibilidades de volver a verse no son 0 "¿Porque todos los niveles se suben igual, no? ¿Camino hasta que vea una salida de emergencia y ya?"
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Siéntense si quieren.
"Muy amable." No hace falta que se lo pidan dos veces. Las horas que lleva de pie desde su llegada superan con creces a las que lleva sentado. Las piernas humanas no están hechas para soportar tanto castigo.
Se quita la gorra, limpiándose el sudor de la frente con la manga del uniforme antes de quitárselo también y doblarlo bajo su axila, quedándose en camiseta. Los primeros minutos disfruta del mueble, lo toca por algunas partes para sentir el material y ajusta su peso de una nalga a otra para revisar su comodidad mientras admira la sala de espera. Es raro que el lugar civilizado sea más feo que el nivel 0.
"¿Eiko, dijiste que te llamas?" Y más de una vez "Entonces vas a ser la secretaria del comisario? Eh, no suena tan malo. Seguro que lo de fusilar no iba en serio. Sacha dijo que estaríamos a salvo aquí, tranquilizate." Va a estar bien siempre que no robe de la guardia, que no fusilara al inútil que amenazó fuera de la ciudad comprueba que el vaquero no es tan inescrupoloso como parece. Se recuesta completamente en el espaldar del sofá, hundiéndose en él y estirando las piernas tanto como puede "Buena suerte igual. Si paso otra vez por aquí quizás también te saludo." Dudoso, más no imposible.
El comisario regresa, con una hoja y una tarjeta, entregando la primera a la mujer y la segunda al joven.
Ve por la puerta y sigue hasta el fondo del pasillo. No hará falta tomarte de la mano.
"No, no hace falta."
Se levanta y se coloca otra vez el uniforme, dando un vistazo rápido al formulario que llena la china antes de irse por su camino, creyéndose con suerte de no tener que conseguir trabajo. Si las cosas siguen así tiene una vida de desempleo garantizada y nada que lo detenga de cumplir sus sueños de exploración. Después de caer en la oportunidad tan única en la vida de explorar una dimensión desconocida, desperdiciarla trabajando como burro en una ciudad más sucia que en la que nació es lo que menos le interesa.
Hola, señor.
"Buenas." Saluda con mano alta al otro hombre enmascarado, este escondido en una esquina como araña sigilosa, y sale a la ciudad.
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Un revoltijo de muchas cosas y vistas, muy variadas y más que todo marginales, hechas de lo mismo aunque con distintas estéticas. Su primera impresión de la BNTG como tal no es mala ni buena, no se siente como un lugar muy alejado de la realidad de la que proviene, ni tampoco muy distante o en un mal sentido.
Inhala el aire urbano y exhala. Es entonces que algo lo tropieza, un niño.
¡Epa! ¡Ma’ cuidao!
"Perdón, es que ando dormido."
Eh, mister, te noto ma’ perdío que un gato en una bolsa.
Una comparación muy apta. Nada tiene que ver un gato adentro de una bolsa ni él adentro de una ciudad, mientras más rápido salga, mejor, la civilización lo repele.
¿Es tu primera’ vez acá? Cuidaito, porque la city es peligrosa pa’ los que no saben donde meten la pata.
"¿No que este sitio era seguro? Gracias por avisar." Mete manos en sus bolsillos y se joroba la espalda, como tiene por tendencia.
Soy Fedor, mister. Soy buen lazarillo. Pa’ tu servicio si te interesa.
"Yo soy Miguel. Estoy buscando algo, quizás me puedas ayudar, pero. ¿Te lastimastes cuando chocamos? Tienes algo rojo en la frente." Se agacha para ver al niño de cerca y lo sujeta por el brazo con la mano que no usa para empuñar un bisturí contra la muñeca del chico "Se me perdió un frasco de pastillas cuando chocamos, ¿me ayudas a buscarlo? Empieza buscando bajo tu sombrero, dentro de tus bolsillos y entre tu ropa. Si lo encuentras te doy las gracias y no te corto. Nadie tiene que sangrar por un frasco de pastillas" Dice en voz baja, apretando bien el brazo que sujeta y viendo furtivamente por el rabillo de los ojos, esperando que el chico haga como le pide y nadie más intervenga.
Si nada más sale de esto y no tengo que perseguir al niño, me separo de él y voy al norte a buscar un hotel o parecido.