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>Cassiopeia
La cúpula revienta. Static es arrojado como un muñeco de trapo al suelo del refugio. Cassiopeia se apresura, sabe que tiene un minuto aproximado para actuar ya que los kaijin siempre tienen la manía de dar un discursito antes de hacer la masacre. Tupac se distrae disparando, momento en que Cassiopeia se arrodilla y palpa al muchacho.
(Aun está tibio…)
Frunce el entrecejo, reparando en las numerosas hemorragias y fracturas en el cuerpo del héroe.
(La muerte es el cese de todas las funciones vitales… En un cuerpo fresco, estás funcionen pueden reanudarse con el impulso químico correcto)
Recitó en su cabeza una de las tantas frases de Herbert West, otro de esos raros eruditos y pensadores locos que Cassiopeia visitó (Algunos en libros, otros en persona) cuando tenía mono de información.
(¡Maldita sea! ¿Cuál era la fórmula del coctel? Hace tanto tiempo… Y los testimonios dejados por el ayudante del doctor West nunca me inspiraron confianza, siempre coincidía que en la mayoría de casos de reanimados los resultados eran horribles)
Ella misma lo probó en gente que no se merecía terminar así, pero eran personas normales, y todas llevaban como mínimo dos días de muertas. El único éxito de Cassiopeia en ese campo fue… Ladeó la cara hacia Sonrisas, el perro rodaba feliz de la vida en el fondo. Tragó saliva.
(¡No dudes ahora!)
Sacudió la cabeza para espantar los temores. Static Shock es diferente, es un súper.
(Lo soportará… Vamos, bebé, haz que el mundo que me rodea sea un poquito mejor)
Hubiera preferido tener más tiempo para medir la potencia del coctel e inyectarlo con más calma, pero había demasiado público. El kaijin que rasgaba la cúpula atraía buena parte de las miradas, y Cassiopeia usó esa oportunidad para meterse el dedo en la boca y bañarla en un coctel químico expulsado desde sus glándulas, en la que introdujo un poco de su bálsamo interior con esperanza de que ayude a reparar las heridas del muchacho. Con su dedo barnizado por una capa trasparente de potente olor, y entendiendo que el tiempo es oro, penetró con su anular en la oreja de Static, lo bastante profundo para desgarrar su tímpano y rozar el cerebro, quedándose ahí un total de cinco segundos para que las sustancias despierten al cerebro y le digan: ¡COLEGA! ¡TE ESTÁS MURIENDO! ¡HAZ ALGO! ¡MUEVETE!
Cassio sacó su dedo ahora bañado en rojo y se alejó. Hizo todo lo posible, lo demás quedaba en los restos de la fuerza de voluntad del muchacho. Mientras se dirigía donde Martha, echó un vistazo donde el super kaijin. Silbó.
(Ese sí que es grande…)
Aceleró el pasó y tomó a Martha de las caderas, aprovechando de limpiarse los dedos en su ropa.
“Martha, no hay tiempo que perder. Tienes una importante misión, porque para echar a ese monstruo siento que deberé dar mi 100% y no podré concentrarme en mantener a esos tontitos a raya” Con tontitos se refiere a todos esos que se quedaron pasmados cerca de Abdiel: Tupac, Musulwoman, Susie, Sonrisas, el rubio de nombre desconocido, Paulina, etcétera. ¿Pero cómo un ama de casa amargada con los pulmones marcados de nicotina podría hacer todo eso? “¿Has visto la película
Sin límites? Es muy buena, si sobrevivimos te invito a verla en Netflix y relajarnos, pero ahora es momento de que seas súper”
Duda si alguien con la adrenalina a tope y los sentidos a 100% de eficiencia pueda ser considerado un súper como tal, pero Cassio ya tiene las diferentes drogas impulsoras impregnando su lengua, que seguro por un rato le darán a la mamá el empuje que necesita, aunque luego sufra de una potente resaca. Sin darle chance a Martha de quejarse, retroceder, u opinar, la acercó y le plantó un beso con esos labios deliciosamente carnosos, usando el factor sorpresa para invadir la boca de la madre de Susie. Tocó sus encías, sus dientes, su lengua se estrechó con la de ella, con la que forcejeó, suministrando entre jadeos las sustancia que saborizó con su depósito de azucares internos, sosteniendo con firmeza a Martha de la nuca para que el único aire que pudiera tener fuese su aliento, haciendo que toda su mente y sensaciones se vuelquen en su boca. Sus dientes le mordisqueaban los labios, le hacían un poco de daño, un poco sólo.
(¿Te imaginas que Martha sea diabética? Cielos, sería un terrible chiste)
En todo momento Cassiopeia mantuvo los ojos abiertos, observándola, estudiándola, quería ver el instante en que las pupilas de la mujer se dilaten, entreviendo cuando las drogas ya empiezan a funcionar. Se separa, dejando un hilo de saliva entre ambas que la rosada rompe con una lamida.
“Luego me maldices y denuncias, ¡ahora ve y sálvalos o te pateo el culo!”
La empuja en dirección a la multitud. Cassiopeia no quería que nadie contemplase lo que estaba a punto de realizar, así que ojeó el perímetro, y buscó un punto de la cúpula donde tuviera la seguridad de que nadie, ya sea cámara o persona, la estuviera vigilando. Entonces recordó las palabras del kaijin cucaracha.
(Poder ilimitado y blablabla…)
Rechazaba esas ridículas ideas, lo que buscó fue contenido de las células que fueron sometidas en su estomago. Ahí seguían, su cuerpo las tenía procesada, y estaba segura de poder sacarles provechó, aunque dudó si podría mantener la cordura después de usarlas, o si al contrario ella sería la siguiente en reventar la próxima cúpula de paz más cercana.
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(Es una jugada… Y como en toda jugada, se puede perder o ganar).
Abdiel atacó, pero algo grande y rosado se le plantó delante para frenar sus garras, provocando un ligero temblor Abrir pic Un precioso dragón de escamas y pelaje de colores pastel, cuya brillante mirada azul observó a Abdiel de vuelta. Kaijinpeia abrió el hocico y de sus diferentes cámaras internas se precipitaron tres clases de aliento: Primero un chorro de hidrogeno liquido como el que usó contra Toxico; Segundo un lanzallamas insecticida como el que usó contra las cucarachas; Y por último un rayo de burbujas corrosivas que preparó especialmente para Abdiel.
1d100 = 28
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