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"(
Ah, también son de Géminis... Pues, qué pequeño puede ser el mundo a veces. Algo así... Creo...)"
Cruzó ese extenso puente metálico acompañada por sus ahora compañeros de curso, colocándose por detrás de ellos. Su mente absorta en irrelevancias; en personajes desechados y marcas de lápices que no le gustan. Sus pasos eran largos. Elevaba un poco sus piernas al levantarlas para caminar, y con sus manos juntas en su cintura, como una niña que camina en un parque, daba pisadas más fuertes para oír ese retumbar tétrico y estridente que devolvía con cada paso. Un ruido tan amenazante como molesto en su repetición que comenzaba a tornarse fastidioso tras oírlo unas cuantas veces; no le gustaba en absoluto: siempre preparaba sus oídos mentalmente y apretaba sus párpados con fuerza en el momento en que su suela se encontraba con el metal, pero a pesar de todo, prefería engañarse mentalmente y pretender estar relajada - algo totalmente normal para ella cuando su estrés llega al límite durante sus bloqueos creativos - ya que fijar su mirada fuera del camino bajo sus narices significaba que el vacío profundo e inmensurable entraba en su rango de visión, y alzar un poco la mirada era otorgar permiso a la "Torre del Rey Demonio", como la apodó, para acaparar la totalidad de su espectro visual. De vez en cuando, un vistazo que otro se escapaba de su voluntad hacia la ladera del puente por sana y ordinaria curiosidad y sentía como si su mismo cuerpo atravesase ese descenso infinito. Se estremece. Sólo la idea la hace tragar saliva múltiples veces.
La posibilidad era remota, esperaba, pero la tensión era pesada. Recordaba a la sensación que le provocan los turnos nocturnos más tardíos y su regreso a casa, pero con 100 veces más intensidad.
"
El héroe arrasa y conquista la torre del Rey Demonio. El héroe arrasa y conquista la torre del Rey Demonio. El héroe arrasa y conquista la torre del rey demonio..." repetía en su cabeza al deducir que por la sombra de la torre, ya se encontraban cerca de ella. "
¿Por qué los conflictos y desenlaces tienen que ser siempre así de dramáticos...?" cuestionó, afirmando y creyendo genuinamente que una vez ingresase al lugar tan sombrío y esclareciese sus direcciones, el problema entero estaría resuelto y podría concentrarse en el inmerecido dolor de cabeza de reorganizar su agenda a un nuevo horario escolar.
Una enorme puerta separa el puente del interior de este fuerte y le brinda un poderoso aire de inaccesibilidad incluso estando abierta. La presencia de este portal era tal que al entrar, no dejó de ladear su cabeza buscando mirar sus espaldas; la salida, más específicamente. Un fuerte sentido del "no deberías estar aquí, mejor desistir" se hacía cada vez más fuerte. Por dentro, parecía mucho menos terrible. Su sala central no lucía tan intimidante como lucía de ostentosa. Sumire, acostumbrada a dibujar macetas sencillas y escenarios de austeridad citadina se sentía significativamente fuera de lugar: tan acostumbrada a estar abstraída en sus laboriosidades, de casa a la escuela, de la escuela al
konbini su empleo, del konbini a las prácticas y de las prácticas a la escuela nuevamente, carecía de noción alguna del lujo material, su recompensa se concentraba en un único aspecto.
(
"Es como un... magazine de Harajuku muy hiperrealista... Demasiado brillo, demasiado desbalance, no me gusta. ¿Reita-san interactúa con todo esto a diario?" )
Pero el decoro de las paredes no condecía con lo visto en el mismo salón. Un despliegue de fotos del primer ministro Tanaka haciendo una extensa demostración de lo que parecía ser un pasado militar. Eso le explicaba por qué gritaba tanto y por qué era tan demandante en sus formas. El trato de la milicia era otra cosa en su breve lista de desagrados. El ominoso sentimiento de antes sobre tener que largarse se tornó más vehemente que antes. La cantidad de puertas cerradas tampoco le transmitía nada bueno.
-Creo que sería mejor si nos va--... sin terminar su oración, es interrumpida por el golpeteo de botas contra el suelo, rítmicos y en perfecta sincronía. La fuente de este ruido aparece pocos momentos después.
No tiene la menor idea sobre cómo dirigirse a ellos sin que todo salga potencialmente mal, o sin llevarse unos cuantos gritos que no quería oír, por lo que comienza a hacer malabares con varias frases que había memorizado en el trabajo para referirse a otras personas, sin embargo, los nervios la traicionan y escoge la opción errónea del repertorio.
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