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-Observas la jaula dorada más de cerca. Es grande, una estructura compleja, con un tamaño capaz de alojar una decena de personas o dos figuras tamaño hurr jumbo XXL. Las vigas doradas se entrelazan en espirales que se asemejan a enredaderas de hierro puntiagudas, retorcidas, casi vivas, culminando en puntas afiladas que parecen proyectarse hacia ti. Alzas la vista, tratando de ver el techo, pero allí solo hay piedra maciza, un techo de ladrillos que cierra cualquier posibilidad de ascenso. Si este artefacto es un elevador, te queda claro que su funcionalidad es una sola, descender, sin mas
-Tu atención se desvía hacia las runas grabadas en el interior de la jaula, símbolos que te resultan familiares. Aunque al intentar descifrar su significado, al primer esfuerzo, una migraña sacude tu cabeza, como si tu cerebro se retorciera y convulsionara en su propio cráneo. El dolor es tan intenso y persistente que sientes cómo se te escapan los pensamientos, incapaz de atraparlos, como arena resbalando entre tus dedos. Una niebla densa y espesa cubre cada rincón de tu memoria, y el dolor hace que te sientas torpe, casi como un idiota atrapado en su propio cuerpo. Aunque intentes recordar, o concentrarte, es como si los pensamientos se desvanecieran y en su lugar solo queda una confusión pantanosa, como si tu cerebro fuera un amasijo de gelatina inservible, y cada idea clara que intentas formar se disuelve en fragmentos ininteligibles.
-Palabras sueltas titilan en tu mente... “Tacto,” “Accionar”… ideas vagas que no alcanzan a construirse en algo sólido. No puedes entender más, es como si tu memoria misma fuera un anciano atrapado en la de la senilidad, un eco apagado de lo que alguna vez comprendiste. Asi que con esas dos palabras, tienes que craneartelas.
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-Te aproximas lentamente, paso a paso, hacia la celda en particular, la que alberga a esa criatura descomunal e imposible de ignorar. Cada paso que das sobre las losas frías y húmedas de Penal de Libertad genera un eco agudo que se pierde en la penumbra. A tu alrededor, los demás prisioneros te observan en silencio. Algunos retroceden y se ocultan en las sombras de sus celdas, mientras que otros, con miradas vacías y ojos desorbitados, permanecen inmóviles, ajenos al mundo, su cordura rota por el tiempo y la tortura. El tintineo metálico de las llaves en tus manos se mezcla con el sonido de tu respiración, formando un extraño ritmo que te acompaña hasta llegar finalmente a la reja de hierro oxidado de aquella celda.
-La figura en su interior es monstruosa. Ante ti descanza un Semi-Ogro, o al menos, algo que parece serlo, un coloso deforme y de piel verduzca. Su tamaño es apabullante, se podria calcular que es al menos el doble de tu altura, tal vez incluso más grande que Hurr, y tan ancho como una casa de piedra. Cada músculo de su enorme cuerpo parece tenso y al borde de estallar bajo su piel curtida y cicatrizada. Sus brazos son como troncos nudosos de roble, cubiertos de llagas recientes; cada dedo, grotesco y retorcido, es tan grueso como tus antebrazos, y al final de cada muñeca lleva enormes grilletes de hierro bronceado, con cadenas rotas que penden como adornos de gitana.
-Su torso, hancho y marcado por profundas cicatrices, está parcialmente cubierto por una capa de músculos tensos y arrugas, rematado por un vientre, un enorme estomago se mantenia firme por la gran capa muscular abdominal que lo sostenia, quedando con una forma abultada que se eleva y desciende con cada lenta respiración. La túnica de cuero negro que cubre su rostro añade un aire aún más inquietante, está sucia y desgarrada, con aberturas mal cosidas a la altura de los ojos, que permanecen cerrados, sugiriendo que este ser inmenso está sumido en un sueño profundo.
-Cada vez que respira, el aire parece vibrar en torno a ti. Sus inhalaciones son profundas y ruidosas, y con cada exhalación sientes una ráfaga de aire caliente que huele a azufre y a la putrefacción de comida en descomposición. La pestilencia se te mete en la nariz y amenaza con revolverte el estómago. A tu alrededor, el hedor crece y se vuelve casi palpable, como una bruma oscura que se cierne en el ambiente.
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